No oigo al viento arrastrar tu voz hacia mi ventana, ni escucho tus pasos haciendo café antes de que salga el sol, ya no oigo de lejos las gotas de agua resbalando por tu cuerpo, mientras leo alguna novela en el sofá, no hay pisadas a media noche que me animen a dormir, sabiendo que tú haces guardia junto a la luna. Ya no me arreglo de mala manera cuando escucho pasos subiendo por las escaleras, ya no hay verano ni primavera, ni flores cuidadas en mi ventana, no hay días que pintar con tu sonrisa ni alegrías que hagan brillar más si cabe la luz del sol. Es tanta la ausencia que dejaste, son tantos los pequeños detalles que ya no se escuchan en la casa… que sólo queda el silencio, que dejaste tras tu paso, no hagáis ruido, no piséis fuerte la madera del suelo, ni llaméis al timbre sabiendo que estoy en casa, pues lo único que me queda de él, es su silencio.
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