lunes, 29 de noviembre de 2010

Amores que matan nunca mueren

Me conozco los finales de las historias que comienzan con demasiadas esperanzas, aquellas historias con planes de futuro, con celebraciones a cada mes o llamadas rutinarias de teléfono. Acaban mal, siempre lo hacen, por eso no quiero a alguien con quien decidir mi vida en unos años, ni quiero felicitaciones mensuales, ni te quieros que se lleve el viento, si no que, quiero sorpresas sin importancia cada día, quiero reir en el presente y olvidar el pasado, quiero recibir llamadas inesperadas y dejarte entrar en mi vida, para mostrartela tal y como la vivo, y si aceptas compartirla será sin condiciones, ni prisas, sin sueños ni castillos en el aire que puedan quedar destruidos. Sólo quiero una realidad sin sufrimiento, con la verdad por delante y con ilusión. Sin promesas de que todo irá bien, y hacíendo que los malos momentos sean insignificantes. Por eso propongo crear nuestra historia, una historia nunca escrita, con un final abierto que no oculte el sufrimiento del desamor, cuando alguna vez todo haya terminado, antes o después. Donde predomine el sentimiento del presente y el recuerdo del ayer no muy lejano, donde sonrias, y yo también, por fin.

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